Cuando estudiaba bachillerato, mis amigas y yo solíamos cenar los fines de semana en un restaurante chino bastante casposo del que, además, acostumbraban a echarnos nada más se terminaban los tallarines en el plato. Y suena pacífico, pero solía convertirse en una batalla encarnizada entre mi amiga Paula y la camarera por el control de la vajilla.
Después, cuando crecimos (y disponíamos de más presupuesto) nos aficionamos a vernos en un pequeño restaurante de cocina mediterránea creativa, sin ninguna pretensión y con estilo. Lo adorábamos. Nos hacía sentir glamourosas, interesantes y adultas, aunque aún no cumpliéramos ni los veinticinco. Pero un día… lo cerraron. Cochina crisis.
Hace seis años ya que me mudé a Madrid desde mi Valencia natal y muy pronto comprobé que la oferta gastronómica y de ocio de la capital es tan enorme, que se convierte en inabarcable. Sin embargo, me ha costado encontrar un local que me recuerde a aquel pequeño restaurante donde mis amigas y yo instauramos nuestro cuartel general.
Y me ha costado años, pero ahí está: Maricastaña.
Fue mi amiga Alba la que me lo descubrió y yo ya he hecho correr la voz. Me encantó. Es cálido, cool y aunque a veces se tenga que compartir mesa, puedes sentirte cómoda.
Hay muchas cosas buenas en este restaurante. La decoración, el diseño de la escueta carta, las hamburguesas, el precio o la tarta de zanahoria que sirven de postre son algunas de ellas. Pero lo que más me marcó fueron los baños. Mira qué tontería. Pero es que su baño, pequeño, cuidado y retro, me recordó a esa atmósfera de confidencia que mis amigas y yo creábamos cuando terminábamos todas reunidas en el aseo, antes de salir hacia el bar de copas.
Y aunque os recomendaré la hamburguesa de pollo a la plancha y cenar con cava, lo importante es que es un rincón especial, donde sentirse especial, con alguien especial. Da igual si es una reunión de amigas o una cita. Un 10 para Maricastaña.
Recomendación: reservar mesa! (91 082 71 42)
Pd: si es una cita y os apetece daros el lote con tranquilidad y sin voyeurs, pedid mesa abajo.
A Valeria le gusta esto.