Manual de ayuda frente a la coqueta enfurruñada…

Elísabet Benavent

Elísabet Benavent

Manual de ayuda frente a la coqueta enfurruñada…

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Estimado postulante a empotrador. Sé que tu vida no es fácil. No voy a entrar en la discusión sobre si el empotrador nace o se hace, pero desde luego, sí tú aspiras a serlo, tú vida es muy complicada. Y si ya lo eres, no te engañes, tu vida parecerá por momentos una opereta. Es lo que tiene follar como un cabrón; que suele complicar la vida.

Que si “voy a un restaurante con mis padres y nuestra camarera me recuerda peligrosamente a una rubia a la que me tiré en el baño de una discoteca”, que si “me he calzado a las novias, hermanas (y alguna madre) de todos mis amigos y al elenco al completo del musical de Siete Novias para Siete Hermanos”… Alguna enemistad femenina te habrás buscado, seguro, coqueto. Y siento ser yo la que te de esta mala noticia en plan ángel vengador, pero las tías cabreadas somos una de las peores fuerzas de la naturaleza. Peor que una lluvia de meteoritos. Es poco probable que te alcance por la calle un desastre natural de magnitudes faraónicas, pero si hablamos de una tía que te odia porque a) la plantaste después de follártela, b) la engañaste, c) le diste por donde amargan los pepinos sin previo aviso… las probabilidades de que te caiga una ultrahostia de las que te giran la cara del revés… aumentan.

En plan conciliador diré (ese conciliador es en tono irónico, para que no haya sorpresas) que si eres un hijo de perra, es lo que hay. Te lo mereces. Te mereces que te arañen la cara, que te manden heces a casa, que hagan fotomontajes contigo mordiendo almohada y los difunda en internet y hasta que paguen a alguien con el rabo muy gordo para que te la meta a la primera que te agaches. Lo siento, chato, es lo que tiene. Las tías, además, somos más corporativistas que los médicos. Podemos odiar a una, pero como algún tío se la juegue… Maaa – tooo, como la Esteban.

Por cierto, ¿qué habrá sido de Belén Esteban, que hace tiempo que no la veo por ningún sitio?

Esto ha sido totalmente gratuito, lo sé.
Esto ha sido totalmente gratuito, lo sé.

Bueno, prosigamos.

El hecho es que en el caso de que te hayas buscado enemigas por tus increíbles hazañas como follador nocturno, lo siento, no puedo ayudarte. Pero, ¿qué hay de esos novios que, por torpeza la mayor parte de las veces, la cagan con nosotras? No te preocupes, chato, que aquí está la tita Beta, para echarte una mano.

En realidad, hay un millón de variantes que posibiliten que nos mosqueemos con vosotros. Decir que no, es mentir. Y no es que seamos superficiales, bobas o egocéntricas. Es que sois vosotros los que a veces lo parecéis y… ¡qué a tientas vais con nosotras!

Hay quien ya tiene su táctica diseñada. Si la caga reserva mesa en un restaurante bonito y pone carita de perrito abandonado. Puede funcionar… o no. Según la coqueta que tengáis al lado. Desde luego, si es de las mías, pedirá lo más caro de la carta, no se lo comerá y no soltará ni una durante toda la cena. Las cosas no se arreglan con sobornos (bueno, a veces sí). Sed hombres y luchad. (Desayunad bien, porque esa noche cenaréis en el infierno, como decía Leónidas a sus hombres en 300. En realidad la batalla de las Termópilas fue un encuentro entre parejas enfurruñadas, que lo sé yo)

"Para con la flauta que tengo a la Pili enfurruñada..."
«Para con la flauta que tengo a la Pili enfurruñada…»

 

Dicho esto: Estimado coqueto, lee con atención. Puedes mandarme tus agradecimientos en forma de bailarinas de Christian Louboutin. Razón, aquí.

Estas son las que me gustan, para más señas. Talla 39!
Estas son las que me gustan, para más señas. Talla 39!

Al grano.

Pruebas irrefutables de que has hecho algo.

–          Tu chica contesta con monosílabos (y no es porque esté viendo el número de Vanity Fair con Velencoso desnudo)

–          Tu chica se ha cargado “sin querer” tu camiseta preferida con la plancha.

–          Le preguntas qué le pasa y te contesta escuetamente “nada”. Vale, sin duda; te la has cargado.

–          De pronto tú comes acelgas hervidas para desayunar, comer, merendar y cenar. O la has armado muy parda o teme morir aplastada cada vez que hacéis el misionero. Una de dos.

–          Cuando te acercas en la cama para tratar de seducirla con la sofisticada técnica del “agarramiento de teta” ella te da un codazo en la cara.

–          Murmura entre dientes a lo «maldición gitana» cuando no estás en la misma habitación que ella, pero cuando vas, se calla.

–          Al entrar en casa hay tanta electricidad en el ambiente que el pelo se te pone de punta y el Iphone se te pega al techo. Mal asunto.

Cosas que has podido hacer mal.

–          Aprovechar la fecha de vuestro aniversario para hacer una barbacoa con tus amigos en otra ciudad y “tener el detalle” de llamarla para felicitarla en estado total de embriaguez y con un coro de voces masculinas que gritan obscenidades.

–          Elegir el fútbol antes que la chica. Ve comprándote un balón y haciéndole un amoroso agujero, porque me parece que va a ser tu próximo amante.

–          Contarle a todos tus amigos que tu novia se tira unos pedos que podrían fundir los polos. Tu novia es perfecta y si no lo es, te lo callas. Si no, siéntate y disfruta viendo cómo ella cuenta en la primera reunión social que se tercie que una vez te cagaste encima.

–          Olvidarte de su cumpleaños, de vuestro aniversario o de X celebración que implique hacerle un regalo. Y no lo intentes arreglar escribiendo “Vale por un regalo para la novia más maravillosa del mundo” en una servilleta del bar en el que estabas cuando te acordaste. Mejor prepara la cartera…

–          Comprarle un regalo que no tiene absolutamente nada que ver con sus gustos, sus recuerdos o sus aspiraciones. Con eso quiero decir: pregúntale a su mejor amiga, a su madre o, mejor, atiende cuando habla. Y de paso, pues mira, léete mi post al respecto.

–          Ponerte ciego y decirle a una amiga suya que tiene dos melones como sandías sin pepitas. O lanzar comentarios del tipo: “Pues a tu amiga Pepita yo me la calzaba pero bien. Tiene las tetitas como dos peritas de agua. Me las iba a comer yo en macedonia.” Si dices esto último, lo que tú eres tiene un nombre y empieza por Sub y acaba en Normal. ¡A la hoguera contigo, hombre!

–          Ha estado enferma y te has pasado parte de la convalecencia quejándote de tener que “ayudarla para todo” y diciendo “joder, qué asco.”

Cómo solucionarlo:

–          Sexo oral unidireccional y sin obligación/necesidad de respuesta por su parte. Tú a ella, por si quedaba alguna duda.

–          Llega a casa después del trabajo y se encuentra con que la recibes con una sonrisa, la bañera preparada (y caliente, por el amor de Dios) rodeada de velas (lejos de las cortinas) y una copa. Si lo acompañas con un “he preparado algo para ti. Tómate el tiempo que necesites…” seguramente termines dentro de la bañera y… contento. Así somos nosotras.

–          Soborno de cualquier tipo. Y piensa que la profundidad de tu metedura de pata es proporcional a la cantidad de pasta que vas a tener que gastar para que la olvide.

–          “Cariño, he pensado que este fin de semana podíamos escaparnos de todo e irnos a ese hotelito que me comentaste. Yo invito. A la vuelta, si quieres, podemos comer en casa de tu madre.” ¿Ves qué fácil, coqueto?

–          Dulces (cuidado si está a dieta, porque puede reaccionar bien o arrancarte la cabeza y comérsela). Si sonríe pero te dice “ay, es que no debo, que estoy a plan” tú le respondes con un “el único plan que quiero que tengas es pasar la vida conmigo”. Y sí, es moñas, pero va a comer fijo… y bombones también.

Amén.  Fuente: ww.cuántarazón.com
Amén.
Fuente: ww.cuántarazón.com

Hay infinidad de posibilidades, pero seguro que esto os da una pista. Ay, pequeños, si es que sois un diamante en bruto. Sólo hay que picar, rascar, rascar, rascar y lijar… un poco.

Sed buenos, coquetos y futuros empotradores.

Y coquetas, perdonad esos pequeños pecadillos… en el fondo son buenos chicos que, a su manera, suelen esforzarse. Pero nunca perdonéis la humillación, el control, la violencia verbal o física y los celos desmedidos, porque no os lo merecéis. Nadie los merece bajo ningún concepto.

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