Esos «adiós muy buenas»…

Elísabet Benavent

Elísabet Benavent

Esos «adiós muy buenas»…

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Como es de biennacido ser agradecido, lo primero, dedicar este post a mis tres musas absolutas, con las que comparto más horas al día que con mi marido. Ellas, Alba, Sonia y Tone, son las propietarias intelectuales de frases como “¡Vamos a montar una furcifiesta!”, “el viernes por la mañana lo que quiero es oler a polla” o “necesito estar sola en casa y poder comérsela a mi novio en el sofá… ¡porque es lo que más me gusta!”. Las que debaten durante el café si los besos y el sexo oral hacen buena pareja o si follar en los baños de una discoteca en Ibiza es considerado territorio nacional o aguas internacionales. Ellas, las que hacen de la hora de la comida un oasis dentro de una oficina a veces dura y otra veces delirante. Ellas, entre otros compañeros, que construyen en un cuartito apodado el zulo, un vergel en el que nos olvidamos que somos trabajadores de una multinacional para convertirnos sólo en una de las cosas más importantes del día a día… en amigos.

Y como no me dejan subir una foto suya (por eso del anonimato y estas cosas) os las dibujo yo.
Y como no me dejan subir una foto suya (por eso del anonimato y estas cosas) os las dibujo yo. De izquierda a derecha: Alba, Sonia y Tone.

Después de esta moñez… manos a la obra. Y es que son ellas las que, como otras tantas veces, me han dado la clave del tema de esta semana en el post. Mientras fumábamos el cigarrillo de la mañana han ofrecido abiertamente: ¿Qué tal hablar de esas frases de ruptura en ocasiones delirantes, absurdas, cobardes y casi siempre dolientes?Yo no estoy muy ducha en el tema, porque como ya sabéis, Mr.Coqueto y yo estamos juntos desde los albores de la humanidad y sólo rompimos una vez (durante diez días) en un yo que sé que qué sé yo en el que no hubo nada de eso. Pero intrigada por el tema me he zambullido a la investigación de campo y, entre las anécdotas de mis amigas de Valencia y la información que he recabado mientras se consumía mi pitillo… estoy preparada. ¡Y anda que el tema no da de sí!

Rupturas.

Nunca es fácil, sea el cual sea el motivo por el que se rompe. Si te engaña, si la relación se ha enfriado, si no es lo que esperabas o si él/ella es sencillamente gilipollas. Nada hace de ese “te dejo” algo más llevadero. Bueno… aunque a veces dejar a alguien es como quitarse un enorme grano en el culo. Creo que sería más políticamente correcto decir un peso sobre los hombros, soy yo, ya me conocéis. Me gusta más cualquier expresión que contenga el término “culo”.

El caso es que he vivido las rupturas de muchas amigas mías y sé que, ya seas el dejador o el dejado, siempre es un mal trago. Pero hay diferencias… hay tragos que son amargos al pasar por la garganta pero una vez bajan por el esófago son recibidos con un placentero calorcito en el estómago, como un chupito de un buen tequila acompañado de canela y naranja. Otros duelen al ser tragados, como si fueran cristales y además, en su caída arañan y abren heridas que nos costará cerrar. Otros son simple y llanamente, vomitivos. Esos, igual que entran… lo mejor es que salgan.

Sé, porque también he vivido la sensación de desamor en mi tierna juventud y porque al final las relaciones son uno de los temas de conversación más recurrentes en un grupo de amigas, que hay rupturas dramáticas de verdad. Todos mis respetos a quienes las hayan sufrido. Las he vivido de cerca y sí, son una putada. Por eso, cabe destacar que, aunque frivolizaré y bromearé sobre el tema, soy consciente de los sentimientos que hay detrás de este tipo de situaciones. Por si aca… que nadie se sienta ofendido. Con toda mi consideración…

Allá va!

Rupturas con excusa

A veces los motivos por los que nos dejan son un auténtico misterio. Es posible que el dejador ni siquiera sepa el por qué. O quizá lo sepa demasiado bien. Puede que sea por no hacer leña del árbol caído o puede que simplemente… sea un cobarde. (O seamos… oye, que esto también es aplicable a cuando somos nosotros los que dejamos!)

Y he aquí el listado de los clásicos:

  • No eres tú, lo juro, soy yo. – Aclárate. Vamos a ver… ¿quién dices que eres?
  • No estoy preparado en este momento para una relación como la nuestra. – ¿Y para qué estás preparado? Porque sinceramente, chato, no pareces muy preparado ni para mear de pie.
  • Te quiero, pero no sé si lo suficiente. – Está claro que no me quieres una mierda, perdona que sea yo quién te lo aclare. Aunque es posible que lo que busques es que te saque de dudas una rubia tetona esta noche.
  • Creo que somos más amigos que novios… – pues bien que me pones mirando para Cuenca. Si llego a saber que con los amigos se puede hacer semejantes cochinadas, me calzo también a ese colega tuyo que juega a rugby y me pone perraca.
  • Es una época difícil en mi vida.- Qué curioso, porque tú eres más simple que el mecanismo de un botijo.
  • Nos queremos mucho pero este no es el momento en el que debemos estar juntos.- No pasa nada, provocaré un quiebro espacio-temporal para solucionarlo, no te jode.
  • Quiero hacer otras cosas ahora. – ¿Cómo qué? Porque llevamos juntos dos años y lo único que sabes hacer bien es respirar y sospecho que sufres apneas…. Pero de todas maneras prueba a ver a definir esas cosas sin mencionar las palabras “polla” “pene” “minga” “interior” “dentro” “otra” “rubia”…

Rupturas porque… soy gay

Creo que este es el temor más grande de cualquier mujer… que su chico la deje por otro hombre. Eso es… es fuerte. A los hombres no les importa tanto porque, total, si su novia les deja por otra tía lo más probable es que alimente fantasías como para pelársela como un mono durante un par de meses. Cuando se canse de tocársela… ya lo habrá superado.

Pero vosotr@s imaginad a esa pobre chica que se entera que su ex, que probablemente acudió a la opción “ruptura con excusa”, ahora está con un tío. Esa chica que empieza a explicarse porque su postura preferida era siempre el perrito, porqué le gustaba tan poco (o hacía tan mal) los cunnilingus y que llega a la conclusión de que si su chico cerraba los ojos en la cama no era por placer… ¡era porque se imaginaba a alguien con pene!

(Ays, menos mal, ya he podido meter la palabra pene en el post)

"Venga nena, no te pongas así. Me gustan los rabos pero tú eres muy mona..."
«Venga nena, no te pongas así. Me gustan los rabos pero tú eres muy mona…»

Rupturas porque ya no te aguanto y no sé cómo decirte que eres un/a gilipollas

Me cuentan una ruptura tal que así:

Día de San Valentín. Interior. Noche.

Ella, enferma en el sofá, cubierta por una manta: “Tenemos que hablar, tenemos problemas”.

Él, que acaba de entrar pero no se ha quitado ni la chaqueta: “No, mira, cari, ahora no puedo. Es que mi amigo Pepito tiene problemas con su novia y tengo una responsabilidad con él. No puedo dejarlo solo.”

Así son a veces. ¿Qué le vamos a hacer? El final de la historia, por si alguien se lo pregunta, es que él se fue a tomar por el santo culo, ella se quitó un peso de encima y después encontró el amor de su vida en uno de sus mejores amigos. Jódete, ex.

Y es que a veces el amor nos ciega. Pueden ser completamente imbéciles, dejarnos plantadas por ir al gimnasio a comer pollo hervido mientras levantan pesas con el rabo o decirnos que prefieren pasar las vacaciones con sus madres que con nosotras (a pesar de esa depilación extrema que nos hemos hecho para la ocasión) o terminar celebrando nuestro aniversario con los amigos a 350 km de ti, sumergido en una aberrante borrachera (sí, cari, ya te dije que hacerme olvidar eso te iba a costar mucho tiempo y dinero…). Probablemente nuestra madre se tire de los pelos desesperada por vernos con semejante abrazafarolas o rompeenaguas. Pero hasta que no abramos los ojos nosotras mismas… nada. No hay nada que hacer. El detonante puede ser tan tonto como un regalo mierder en Navidad (que en realidad significa que no te conoce, que no se ha preocupado por averiguar qué te gusta y que lo único que le importa es cumplir) o tan fuerte como encontrarte vestida de blanco, en una escalinata, con un ramo en la mano, esperando a alguien que la noche anterior se pasó de Jagermeister… pero cuando detone, mejor que sea contundentemente. Mis preferidas:

  • Si vuelves a llamarme me aseguraré de que te sodomice el hermano de Dinio.
  • He ido al médico. Parece ser que tenía una ceguera parcial que me impedía ver lo subnormal que eres. Si te compras un collar y una correa al menos tendría la excusa de pasearte y eso pero… mejor lo dejamos estar.
  • Eres bastante más feo de lo que te crees y por más que te rapes el pelo púbico, no parece más grande.
  • Dime, ¿para qué quiero algo lacio, pequeño y sin vida, cuya carrera más larga dura tres minutos pudiendo cabalgar a lomos de una Harley?
  • Vete, olvida mi nombre, mi cara mi casa y pega la vuelta.

Y no soy defensora de la violencia pero… ¿no os seduce la idea de acompañar estas frases con un cubo de agua sucia recogida de algún urinario público?

https://youtu.be/83h_oF56Wks

Rupturas absurdas.

Mis preferidas. Y esto no me lo he inventado yo, palabrita. Esto sale de una puesta en común en grupos de whatsapp de la pequeña Alba, un ser angelical que ilumina nuestras horas de la comida mientras reparte minuciosamente sus dos quesitos El Caserío (me fío) en su tupper.

  • No eres tú, soy Dios. – Esta merece que el que la reciba se levante y aplauda.
  • Me vuelvo a España (gente erasmus) y paso de una relación a distancia con alguien a quien no me puedo follar. – Plas, plas, plas. Viva la sinceridad.
  • Te dejo, que voy conduciendo.
  • Mi religión me impide seguir viéndote.
  • Me quedan tres meses de vida y quiero irme de putas.
  • He descubierto que yo soy leo, tu capricornio y tu madre puta así que no somos compatibles.

Y dicho esto… colorín, colorado, otro rabo te ha tocado.

¿Por qué narices habré dicho esto?

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