Consejos que no pedí

Elísabet Benavent

Elísabet Benavent

Consejos que no pedí

[vc_row][vc_column][vc_single_image image=»2531″ alignment=»center» css=».vc_custom_1499955207861{margin-bottom: 80px !important;}»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

“Lo que tienes que hacer es…” ¿Cuántos tormentos han empezado con esta a sestá lleno de gente que lo dijo muchas veces. Y recordad, en el infierno el hilo musical es terrible, hace mucho calor, te obligan a ponerte ese jersey de lana que te regaló tu tía que pica horrores y sirven de postre la tarta de piña de mi madre. Es como para pensárselo.

Este post no es cosa del azar. Ni siquiera una idea peregrina de las que cruzan mi mente cuando me quedo lela. Es algo que quizá ya he abordado en alguna otra ocasión y que creo que sufrimos tod@s. Hablo, por supuesto, de los consejos que nadie pidió pero que, no obstante, recibimos.

“No me gusta tu pelo”. “Ese vestido te queda fatal”. “Estás mucho más guapa con otro estilo”. “Tu amiga me cae fatal”. “Deberías leer otras cosas”. “Yo que tú no me pediría eso para comer”. Si alguna vez has tenido que lidiar con este tipo de comentarios y no has sabido qué cara poner, qué responder o te has sentido tentada a apuñalar a alguien con tus pinzas de depilar y después darte a la fuga, cambiarte de nombre y vivir en una playa desconocida gracias a la venta ambulante de pendientes hechos de coco… eres de las mías y este post es para ti.

Pero antes de entrar a fondo en la cuestión… aclaremos algo: si pedimos consejo u opinión a alguien, debemos asumir que su respuesta puede no ser favorable. La pregunta es… ese consejo que nos están brindando “tan amablemente”… ¿lo hemos pedido? He ahí la cuestión.

Y recuerda que, según su procedencia, existe alguna que otra excepción. Y es que en algunas ocasiones, por más que nos repatee, el emisor de esos consejos imposibilita que puedas soltar una bocanada de fuego por la boca, gritar y salir corriendo mientras agitas los brazos. :

Tu madre:

Madre no hay más que una y… menos mal. No conozco relación más complicada que la de una madre y una hija. Bueno… quizá la de una mujer con su esteticista. Es una mujer que ha visto zonas de tu cuerpo a las que nunca le dio el sol y… sin ningún interés romántico/sexual. Al menos en principio. Pero volviendo a la relación madre-hija, hasta cuando es buena, es complicada. Nadie nos quiere como nuestra progenitora. Nos dio la vida (hasta cuando no es tu madre biológica te ha dado la vida en muchos sentidos), cuida de nosotras, está a nuestro lado en cada gran paso, sufre nuestras penas y brinda por nuestras alegrías. Y eso la dota de muchos súperpoderes: el de la súper colleja (a veces ni siquiera tiene que atizarte. La mía puede darme collejas con la mente, lo juro); la de la súper intuición (el clásico: “a ti te pasa algo, a mí no me engañas” o “¿te sentó mal la cena o… el litro y medio de sangría con lo que la acompañaste, mala bestia?”); el súper poder de curar cualquier dolor con un caldito, unos mimos y unas friegas y… el de ser más pesada que una vaca en brazos. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, ya lo dijo Franklin D. Roosevelt.

Así que, en mi caso, cuando llego a casa de mi madre, me da un beso, me mira de arriba abajo y me dice con los ojos entornados: “no me gusta esa falda”… respiro hondo. Y no grito (ahora… hace diez años armaba una zarzuela en el salón por menos). Mi solución es tragar bilis e intentar explicarle que a mí, la persona que tengo que llevar la prenda, sí que te gusta. Es posible que jamás llegue a entenderlo, pero al final, estoy segura de que asumirá que mi respuesta siempre será la misma.

Posibles respuestas:

[/vc_column_text][vcex_teaser style=»four» heading=»Si quieres ser MUYYY AMABLE:» heading_weight=»bold» border_color=»#00ac9e» heading_color=»#00ac9e»]

Hay ocasiones en las que por equis razones, lo que te nace/apetece es ser muy amable. Porque no te sientes cómoda respondiendo en otro tono, porque es tu forma de ser, porque no tienes ganas de gresca… en este caso lo mejor es recitar una frase aprendida de memoria mientras cantas mentalmente una canción de Rocío Jurado… o de lo que quieras, vaya.

· “Oh, mil gracias. Lo tendré en cuenta. De todas formas, estoy bastante a gusto así.”

· “¡Pues a mí me encanta!”

· “¡Uy! ¡Yo que pensaba regalarte una igual por tu cumpleaños!”[/vcex_teaser][vcex_teaser style=»four» heading=»Si quieres ser AMABLE (a secas):» heading_weight=»bold» heading_color=»#1187b2″ border_color=»#1187b2″]

Amable pero sin pasarse. Como con tu jefe el día de Navidad. Como con ese compañero al que no soportas pero que ha tenido un mal día. Como con la vieja que se cuela en el supermercado pero que comprendes porque tiene la edad del cosmos y no puede perder tiempo. Propongo estas opciones:

· “Lo tendré en cuenta.” Y vuelta a lo de cantar mentalmente.

· “¿Qué me dices? Pues ni lo había pensado.”

· “Anda… y yo que estaba tan contenta.”[/vcex_teaser][vcex_teaser style=»four» heading=»Si quieres dar un zasca más o menos educado:» heading_weight=»bold» border_color=»#dd9933″ heading_color=»#dd9933″]Si te ha sentado fatal y no puedes morderte la lengua, si no tienes el chichi para farolillos, si hay confianza, si te la suda… pero no quieres ser muy bestia en tu respuesta, puedes decir algo como:

· Si te han dicho no me gusta tu falda tú respondes: “ni mi guisti ti fildi”con cara de estar masticando algo muy amargo. Repetir lo que te digan pero con “i”. Es imposible que el interlocutor no se ría.

· “Qué interesante tú opinión…”

· Decir: “¿Sí?” y quedarte mirándol@ fijamente. Esta es la opción preferida de Jose.

· “Qué curioso… no recuerdo haberte pedido opinión.”

· “Estupendo.” Durante una época de mi vida, contesté a todo con esta palabra.[/vcex_teaser][vcex_teaser style=»four» heading=»Si quieres tirar la casa por la ventana:» heading_weight=»bold» border_color=»#dd3333″ heading_color=»#dd3333″]

Porque hay días que no estamos para hostias, hablando mal y pronto, hay un montón de frases que decir para quedarte más a gusto que un arbusto. Eso sí… políticamente incorrectas todas.

·  “Voy a guardar tu opinión en mi saquito de ‘me importa un culo’, ¿te parece?”

· “Un consejo muy útil viniendo de alguien que se viste a oscuras.”

· “Perdona… en algún momento he debido darte la impresión de que me importa lo que opines. Mis sinceras disculpas.”

· “Valiente chorrada.”

· “¿No te cansas de ser tan impertinente?”

· “Genial; me la suda.”[/vcex_teaser][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text css=».vc_custom_1499957329881{margin-bottom: 100px !important;}»]

Pero, si me lo permites, aquí, al final, voy a introducir una pequeña reflexión (más o menos) seria. No podemos controlar lo que los demás piensen de nosotros, lo expresen o no, pero sí podemos mandar sobre la importancia que le demos. Somos quienes somos, con nuestros más y con nuestros menos. ¿Eres feliz? ¿Asumes que para brillar no hace falta apagar la luz de los demás? ¿Te sientes cómodo siendo quien eres? Si la respuesta es sí… que digan misa. La vida son dos días y, en mi humilde opinión, lo importante es ser bueno, auténtico y feliz.

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